Vacaciones de febrero con sabor a despedida de
gobierno
Patricio Navia
El Líbero, enero 29, 2021
Comprensiblemente, justo antes de iniciar sus vacaciones, el gobierno
recibió con entusiasmo la llegada de 2 millones de dosis de la vacuna contra el
coronavirus de la empresa china Sinovac. Pero si bien
ya empieza a aparecer la luz al final del túnel de la pandemia en el país —o al
menos está la convicción de que empezará la recuperación con la inoculación
masiva de personas— el resto de las noticias sobre lo que se viene en 2021 es
menos auspicioso.
El gobierno está cada día más débil. La salida del ministro de Hacienda
Ignacio Briones terminó por imposibilitar un acuerdo ya bastante improbable en
la reforma de pensiones. Cuando el país vuelva de estas inusuales vacaciones,
los candidatos a la convención constitucional estarán peleando por el control
de la agenda política con los aspirantes a gobernadores regionales y alcaldes.
El espacio para que el gobierno pueda poner sus propios temas —incluida la
reforma previsional— será muy limitado. Una vez que ya hayan sido electos los
155 miembros de la convención constitucional, la agenda estará ocupada por las
prioridades que los convencionales pongan sobre la mesa y por sus anuncios
sobre los valores y principios que buscarán incluir en la nueva Constitución.
La ventana para la reforma de pensiones —y cualquier otra reforma que el
gobierno aspiraba a realizar en 2021— ya se ha cerrado. Aunque algunos guarden
la ilusión de que en marzo se podrá abrir una oportunidad para zanjar un
acuerdo, el abultado calendario electoral que tiene el país en 2021 hace
imposible pensar que estarán dadas las condiciones para impulsar una reforma al
sistema de pensiones.
Casi todos los gobiernos experimentan una luna de miel en su primer año
de gestión y un síndrome de pato cojo en el último año. Porque los legisladores
siempre están más preocupados de su propia reelección o del próximo escalón en
sus carreras políticas, resulta muy difícil para el gobierno impulsar reformas
que requieran de una mayoría en el Congreso. Los legisladores están preocupados
de hacer campaña, no de ir a votar por reformas que impulsa un gobierno que va
de salida. Es más, precisamente porque también hay candidatos presidenciales
haciendo sus propias campañas, los aspirantes a suceder al gobierno actual
comprensiblemente quieren imponer sus propias visiones en las reformas que se
empiezan a impulsar y que, debido a lo demoroso que resultan las tramitaciones
de las leyes en Chile, probablemente vayan a ser promulgadas cuando ya haya
asumido el nuevo gobierno. De ahí que, cuando el gobierno de Piñera quiera buscar
un acuerdo con la mayoría de oposición en el Congreso una vez que haya empezado
el mes de marzo, habrá varios aspirantes a candidatos presidenciales que
querrán ser parte también del debate sobre el balance entre el ahorro
individual y un sistema de reparto que tendrá el nuevo sistema de pensiones en
el país.
Desafortunadamente para el gobierno, este año no serán solo los
candidatos presidenciales los que quieran meter su cuchara. Los 155 miembros de
la convención constitucional también querrán dejar su huella en la reforma
tributaria. Es más, como el país está encaminado a redactar una nueva
Constitución, los constituyentes probablemente se animarán a sentar las bases
de un también nuevo sistema de pensiones. Como ellos dominarán la agenda de
reformas, por el poder que tendrán al ser los redactores de la nueva
Constitución, no faltará quien sugiera que se deberá establecer el tipo de
sistema de pensiones que tendrá el nuevo texto. Aunque otros pudieran oponerse
a esa sugerencia, el debate sobre qué tipo de sistema de pensiones deberá tener
Chile quedará automáticamente alojado en la convención constituyente.
Aunque el gobierno intente impulsar su propia reforma de pensiones, no
encontrará eco en el Poder Legislativo y encontrará fuerte oposición en la convención
constituyente.
Cuando las autoridades vuelvan de sus vacaciones, la campaña de
vacunación de los chilenos irá viento en popa y el país estará volviendo a una
cierta normalidad —con señales de una esperada recuperación económica—, no así
la política. Al contrario, ésta habrá entrado en lógica de campaña que, debido
a la elección de los miembros de la convención constitucional, tendrá una
duración mucho más larga esta temporada. De ahí que las optimistas
declaraciones del gobierno anunciando que las reformas inconclusas quedan para
marzo parezcan más bien palabras de buena costumbre. De la misma forma que
aquel que se despide para siempre, pero no quiere aceptarlo, insiste en un
“hasta pronto”, el gobierno del Presidente Sebastián Piñera insiste en que
todavía tiene tiempo para promulgar las reformas que prometió en campaña y que,
por errores propios y circunstancias adversas, desde que asumió el poder en
marzo de 2018 nunca fue capaz de llevar a feliz puerto.