Ya no habrá
reforma al sistema de pensiones
Patricio Navia
El Líbero, enero 15, 2021
El
11 de enero, con la inscripción de los candidatos a la convención
constitucional, gobernadores regionales, alcaldes y concejales, se inició lo
que será una larga temporada electoral que culminará recién el 21 de noviembre
de 2021 —o el 19 de diciembre, si es que hay segunda vuelta en la contienda
presidencial. Como en esta época abundan las promesas excesivas y los
candidatos dicen muchas cosas solo para ganar votos, es mala idea intentar
hacer reformas significativas y duraderas. Por eso, aunque el gobierno quisiera
avanzar en la reforma de pensiones, parece más razonable que el gobierno se
dedique a combatir la pandemia e intentar vacunar al mayor número posible de
personas y que se olvide de cualquier intento por impulsar esta o cualquier
otra reforma. Después de todo, en menos de 100 días ya habrá una convención
constitucional electa que estará mandatada a redactar las nuevas reglas del
juego del sistema institucional democrático chileno.
Si
bien cualquier año electoral siempre está lleno de candidatos haciendo promesas
excesivas y adquiriendo compromisos imposibles de cumplir, en 2021 la temporada
electoral comenzó mucho antes. Los candidatos a la convención constituyente
—que serán en torno a 2.000 en todo el país— ya están comenzando a competir por
quién promete más. Precisamente, porque hay tantos candidatos en cada distrito,
el principal elemento diferenciador es la magnitud y alcance de las promesas.
Como, además, los miembros de la convención constituyente no tendrán que
asegurarse de que la promesa se materialice —sino que les bastará que quede
redactada como parte de la nueva Constitución— los incentivos para hacer
promesas magnas y ambiciosas serán irresistibles. Bastará con que algunos
candidatos se animan a subir la apuesta para que todos caigan en el juego de
convertir la nueva constitución en un arbolito de navidad con regalos para
todos. Cuando eventualmente llegue el momento de cumplir esas ambiciosas
promesas, será el gobierno de turno el encargado de reconocer que no hay plata
suficiente para financiar todos los regalos que quedarán consagrados en la
constitución.
Pero
no es solo que este año habrá más promesas que en un año normal de elecciones.
Como la contienda para escoger a los constituyentes se realiza el 11 de abril,
la temporada de ofertas se abrió mucho más temprano. Cuando los chilenos
—aquellos que pueden— recién empiezan a sacar sus permisos para irse de
vacaciones, ya hay candidatos haciendo campaña. En marzo, la invasión de
promesas creativas, innovadoras, largamente añoradas, nuevas, inusuales y hasta
inauditas se habrá apropiado del país.
En
temporada de campaña, los gobiernos pierden fuerza y las políticas públicas a
menudo se ven contaminadas por la necesidad de corto plazo de atraer más
votantes. Incluso aquellos políticos que aspiran a ser responsables cuando
estén en el poder saben que deben ponerse un poco más populistas para lograr
conseguir los votos que les permitan ganar la elección. Ya habrá tiempo después
para demostrar responsabilidad. Precisamente por eso resulta poco conveniente
intentar realizar reformas sustanciales en temporada electoral. Así como nadie
debiera manejar un automóvil cuando está bajo la influencia del alcohol, ningún
político serio debiera intentar realizar una gran reforma en medio de una
temporada electoral.
Desde
que asumió en marzo de 2018, el gobierno de Piñera quería realizar una profunda
reforma al sistema de pensiones que existe en Chile. Después de haber rechazado
una razonable propuesta hecha por el entonces ministro de Hacienda Rodrigo
Valdés en 2016, Piñera intentó avanzar su propia reforma al sistema de
pensiones privado que existe en Chile. Pero el Presidente
nunca quiso entender que su coalición no tenía mayoría en el Congreso y que
debería llegar a un acuerdo con la oposición. En vez de revivir la propuesta de
Valdés —que tenía chances reales de éxito—, perdió valiosos 18 meses
intentando, infructuosamente, avanzar su propia reforma. Después del estallido
social, la arena política ya había cambiado demasiado como para que el tipo de
reforma que buscaba implementar Piñera tuviera alguna chance de pasar.
Ahora,
a menos de 100 días de la elección de los constituyentes, el horno no está para
bollos. La percepción dominante es que la convención constitucional enterrará
el sistema de AFP. Tratar de reformar el sistema de pensiones ahora no tiene
sentido si la expectativa general es que podremos partir de una hoja en blanco
creando un sistema de seguridad social que dé buenas pensiones a todos (otros
deberán preocuparse después de cómo financiar ese sistema). Hoy por hoy, no
están ni las condiciones ni las voluntades para intentar avanzar con una
reforma. Igual que la constitución de 1980, las AFP están agonizando y la gente
tiene altas expectativas de que, a partir del 11 de abril, nacerá un nuevo
sistema de seguridad social.